Rompes un corazón y la vida sigue. Das media vuelta y te reconfortas en algún tipo de paz mental que sólo inventaste para no deprimirte por lástima. Largo fue ese adiós e infinito lo que vino después... pero ¿Qué vino después? Eso es el aquí y ahora. El bienestar de saber que si, duele, pero cada día menos. Y todo vuelve a ser mejor y la vida te sonríe y el resentimiento se transforma en indiferencia y olvido. Porque lo malo siempre vuelve a lo bueno. El odio siempre es amor. El corazón se reconstruye y la razón... la razón se olvida, porque somos jóvenes, ¿Acaso sabemos lo que es sufrir?
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